Huang Tingjian - Antiguo libro con poesías de Li Bai

Antiguo libro con poesías de Li Bai (李白忆旧游诗草书卷)
Huang Tingjian (黄庭坚 1045-1105)
Dinastía Song
1104
China

Tinta sobre papel, rollo horizontal, 37,0 x 392,5 cm
Cursiva
Inscripción "迢迢访仙城,卅六曲水回萦。一溪初入千花明, 万壑度尽[遗]松风声。银鞍金络到平地,汉东太守来相迎。
  
  紫阳之真人,邀我吹玉笙。餐霞楼上动仙乐, 嘈然宛似鸾凤鸣。袖长管催欲轻举,汉中太守醉起舞。
  
  手持锦袍覆我身,我醉横眠枕其股。当筵歌吹凌九霄, 星离雨散不终朝,分飞楚关山水遥。
  
  余既还山寻故巢, 君亦归家渡渭桥。君家严君勇貔虎,作尹并州遏戎虏。
  
  五月相呼凌太行,摧轮不道羊肠苦。行来北京岁月深, 感君贵义轻黄金。琼杯绮食青玉案,使我醉饱无归心。
  
  时时出向城西曲,晋祠流水如碧玉。浮舟弄水箫鼓鸣, 微波龙鳞莎草绿。兴来携妓恣经过,其若杨花似雪何。
  
  红妆欲醉宜斜日,百尺清潭写翠娥。翠娥婵娟初月辉, 美人更唱舞罗衣。清风吹歌入空去,歌曲自绕行云飞。
  
  此时行乐难再遇,西游因献长杨赋。北阙青云不可期, 东山白首还归去。渭桥南头一遇君,酂台之北又离群。
  
  问余别恨知多少,落花春暮争纷纷。心亦不可尽, 情亦不可极。呼儿长跪缄此辞,寄君千里(万)遥相忆。"

Traducción del poema original de Li Bai (hay menores cambios con la versión de esta obra) extraída de http://www.librosdelcrepusculo.net/2014/01/la-carta-del-exiliado.html:

 Carta del Exiliado
 A So-Kin de Racuyo, mi viejo amigo y Canciller de Gen

Recuerdo cuando me hiciste un bar particular
En el extremo sur del puente de Ten-Shin.

Con oro reluciente y transparentes gemas pagábamos los cantos y las risas
Y pasábamos ebrios un mes tras otro, sin pensar en el rey ni los príncipes

Hombres inteligentes venían por el mar y la frontera occidental

Y con ellos, contigo sobre todo,

Nos entendíamos perfectamente

Y nada para ellos era cruzar el mar o las montañas

Con tal de estar en nuestra compañía,

Y hablábamos de todo, sin ocultarnos nada, y sin pesares

Después fui confinando a Wei del Sur,
Encerrado en un bosque de laureles,

Y tú hacia el norte de Raku-hoku

Hasta no haber entre nosotros más que añoranzas y memorias comunes

Y luego, cuando era ya insufrible continuar separados,
Volvimos a encontrarnos y fuimos a Sen-Go,
Siguiendo las mil vueltas y remolinos de las sinuosas aguas,

Hasta un lugar resplandeciente con millares de flores,
Que era el primero de los valles,

Y luego otros mil valles llenos de voces y del rumor del viento en sus pinares.

Y con sillas de plata y riendas de oro
Salió a encontrarnos el capitán Kan del Este y su comitiva.

Y vino allí también el verdadero mandamás de Shi-yo,
 a darme a mí la bienvenida
Sonando un órgano de boca incrustado de piedras preciosas

Y en las casas de dos y más pisos de San-Ko nos obsequiaron más música Sennin,

Con muchos instrumentos, como en un coro de Pichones de Fénix.

El mandarín de Kan Chu, ebrio, bailaba, 
porque sus largas mangas no conseguían estar 
inmóviles

Con la charanga de aquella música.

Y yo, cubierto de brocados, me quedé dormido en su regazo,

Con el espíritu tan encumbrado que me hallaba en el séptimo cielo,

Y antes del fin del día nos dispersamos como estrellas
 o lluvia.

Yo me tenía que marchar a So, muy lejos todavía aguas arriba,

Tú regresaste a tu puente del río.


Y tu padre, que era valiente como un leopardo,
 Gobernaba en Hei-Shu, y sometió a los bárbaros.

Y un mes de mayo te mandó a traerme,
 a pesar de la enorme distancia.

Y con las ruedas rotas y lo demás, fue un viaje duro, sobre caminos retorcidos como tripas de chivo,

Y yo que caminaba todavía a finales de año 
bajo el viento cortante que soplaba del norte,

Y pensaba qué poco te preocupaba el gasto
 y tú te asegurabas lo suficiente para pagarlo.

Y ¡qué recibimiento!
 Copas de jade oro, platos bien arreglados en una mesa azul toda enjoyada

Y yo borracho, y sin pensar en el regreso,

Y tú caminabas conmigo hasta el extremo occidental del palacio

Hasta el templo dinástico, rodeado de agua, un agua transparente como jade azul claro,

Con canoas bogando, y el son de las armónicas y tamboriles,

Y las ondas parecidas a las escamas de los dragones, remedando el verdor de la yerba en el agua,

El placer prolongado en compañía de las cortesanas, yendo y viniendo sin estorbos,
Con las pelusas de los sauces cayendo como nieve,

Y las chicas pintadas con bermellón, emborrachándose por fin al caer la tarde

Y el agua, de cien pies de hondo, reflejando sus cejas verdes,

-Unas cejas pintadas de verde que son para verse bajo la luna tierna,

Lindamente pintadas-

Y las muchachas cantando y respondiéndose con cantos las unas a las otras

Bailando en trajes transparentes,

Y el viento alzando el canto, interrumpiendo,

Y zarandeando bajo las nubes.

Pero todo esto tiene fin.

No se vuelve a encontrar otra vez.

Me fui a la corte a presentar examen,

Probé la suerte de Layú, ofrecí el canto Choyo,

Sin lograr promoción

Y regresé a las montañas del Este
con la cabeza blanca.

Y más tarde, otra vez, nos encontramos en el puente
 del sur,
Y luego el grupo se deshizo, tú partiste hacia el Norte, para el palacio San,

Y si tú me preguntas cómo es que siento tu partida:
Tal como caen las flores al terminar la primavera,
Confusamente, en agitado remolino.
¿De qué sirve hablar? -y hablar no tiene fin,
No tienen fin las cosas del corazón.


Llamo al muchacho,

Lo hago sentarse en los talones aquí a mi lado
A sellar esto,
Y te la envío hasta mil millas de distancia, mientras quedo pensando.









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